domingo, 19 de febrero de 2017

A mis herederos

 
Nunca dejará de sorprenderme cómo la pérdida de una persona, joven o senil, sana o enferma, cuerda o demente, cambia a sus allegados, sean éstos hijos, padres o cónyuge. ¡Ya ni digamos familiares más "lejanos"! Me pregunto, no obstante, si sus animales de compañía perciben esa pérdida del mismo modo que ellos y me entristece saber que, con seguridad, no es así.